“Mi novia habla con todo el mundo, a mí me dan muchos celos y ella se enfada conmigo”, escribe un joven en la plataforma Bróders, lanzada el 17 de febrero y dirigida a chicos de entre 14 y 19 años. Es un espacio virtual para que los adolescentes compartan lo que les pasa por la cabeza y les preocupa con asesoramiento gratuito. “Uno de los problemas que tengo es que estoy gordo y me doy cada vez más asco”; “me gusta una niña de mi clase y no sé qué hacer”; “en los últimos años todos mis amigos han sufrido un cambio ideológico brutal, se han vuelto fachas”; “cómo pedir salir a una chica”; “antes creo que se fijaban más en mí”, son solo algunos de los mensajes que ya han dejado en el muro de la web.La plataforma condensa muchas de las cuestiones en las que piensan los adolescentes y no se atreven a decir en voz alta por distintos motivos. Bróders fue creada exactamente para ser un espacio donde poder hacerlo. Cuenta con un foro, donde se abordan diversas temáticas, entre ellas la violencia, la salud mental o la sexualidad. También facilita un chat privado para conversar entre semana, de 18.00 a 21.00, con voluntarios ―actualmente 20, todos menores de 30 años y que han recibido 12 horas de formación virtual por parte de expertos en distintas materias―, y además, proporciona la opción de pedir cita con un profesional si lo precisan.Ánxela Iglesias, cofundadora de La Intersección, una de las organizaciones que ha creado el proyecto, explica que en su entidad decidieron “investigar las masculinidades jóvenes ante la cantidad de titulares alarmistas y datos preocupantes sobre su cada vez mayor inclinación hacia posiciones machistas y de ultraderecha, absorbidos por la manosfera”.Consultaron estudios, rastrearon redes sociales y hablaron con otras organizaciones. El 52% de los chicos de 16 a 24 años está muy o bastante de acuerdo en que “se ha llegado tan lejos en la promoción de la igualdad de las mujeres”, que ahora se les discrimina a ellos, casi ocho puntos más de lo que opina el conjunto de los hombres, según el CIS. En su trabajo de investigación, el equipo de Iglesias encontró la Fundación Iniciativa Social (FIS), dedicada desde 2004 al desarrollo educativo y a la igualdad de género, y decidieron desarrollar conjuntamente la plataforma.“Vimos una necesidad enorme de encontrar espacios para que los jóvenes puedan hablar sin sentirse señalados y sin tener miedo o vergüenza a expresarse libremente”, dice Jesús Moreno, psicólogo especializado en masculinidades y coordinador de proyectos de la FIS. Gran parte de las cosas que los adolescentes necesitan decir o preguntar tienen que ver con las relaciones y la sexualidad. “Hay chavales que no saben si su mejor amiga les gusta como pareja o que tienen dudas sobre el tamaño del pene y preguntan por los alargadores”, cuenta. Al mismo tiempo, también quieren saber más sobre política e interesarse sobre cómo manejar su salud mental.Los impulsores del proyecto Bróders, el 21 de marzo en Madrid: A la izquierda, Jesús Moreno; en el centro, Ánxela Iglesias; y a la derecha, Lionel Delgado.Pablo MongeMoreno, fuera de la plataforma, realiza un taller llamado El hombre que quieres ser, en el que da unos folios a los adolescentes y les pide que ilustren a un varón con todo lujo de detalles. “Casi siempre sale el mismo tipo de dibujo, un chico armado cercano al narcotráfico, musculado y con un pene por debajo de la rodilla”. Después, les pregunta en qué piensa: “Mujeres, fútbol, sexo o dinero”, es la respuesta más socorrida.Cuando definen qué sienten los personajes dibujados describen apatía, tristeza y soledad, pero dicen que tienen dificultades para expresarlo. La última cuestión es cómo resuelve los conflictos la persona que han ilustrado y la violencia cobra protagonismo. Si les solicita que perfilen a una mujer, asegura que la sexualizan. El siguiente paso del taller es plantear una alternativa. “Existe una razón para la alarma y la preocupación, pero no podemos caer en la generalización ni en la demonización de los chavales, que solo encuentran espacios tóxicos para hablar”, insiste Iglesias.El cartel de presentación de la plataforma Bróders en el instituto Beatriz de Suabia, en Sevilla.PACO PUENTESLa cuestión: los grisesEn todas las investigaciones y grupos focales que hicieron antes de poner el proyecto en marcha se encontraron muchos grises, “chavales en tierra de nadie que se iban perdiendo hacia la ultraderecha, los movimientos reaccionarios, la desinformación y el antifeminismo”, según apunta Lionel Delgado, doctor en Sociología y uno de los técnicos del proyecto. “Lo que queremos es un espacio seguro, fuera de la violencia y el troleo, en el que puedan hacer consultas puntuales y hablar de lo que quieran”, explica. A veces, esos lugares no existen en la vida de los adolescentes, ni dentro ni fuera de sus casas.Arias Huertas, de 28 años, ejerce como voluntario en la plataforma Bróders. Es asturiano, vive en Sevilla y está estudiando un ciclo de Promoción de la igualdad de género. Recibió formación virtual específica en violencia, sexualidad y teorías feministas para poder sumarse al proyecto. Cuenta que en su familia “ha tenido una figura masculina totalmente ausente” y que sus “relaciones con hombres siempre han estado atravesadas por la violencia y han sido carentes de cariño y ternura”. Por ello, se sumó a la iniciativa.La mayor parte de sus amigas en algún momento han sido víctimas de acoso o violencia sexual. “Es un panorama muy turbio, conectar con todo este dolor, que me atraviesa el cuerpo, me hace querer cambiar mi propia realidad y buscar otras relaciones más sanas”, revela. Dice que en los talleres en los que ha participado los chicos forman grupos y tienden a ponerse a la defensiva, “como si estuviesen en guerra con el feminismo o se sintiesen atacados como hombres”. Sin embargo, percibe que si habla con ellos de forma individual su concepción es diferente, “más positiva”.Y de esto, desde otra perspectiva, habla también Antonio Fernández ―conocido como el Detective Murciano, tras su paso por La Revuelta―, que grabó un vídeo para la plataforma porque le gustó el mensaje que transmite. “La cuestión de que no hablemos o no digamos lo que sentimos tiene que ver con la educación que hemos tenido y a veces es cuestión de orgullo, de decir ‘no, no, yo estoy bien’, como si no pudieras estar mal”, dice. Él, a veces, como todos, ha estado “clavado en algo” y luego, con el tiempo, ha pensado “esto tenía que haberlo hablado antes”.Percibe que todos los días en redes hay personas que hacen un contenido, que llega a muchas personas, “y que a lo que van es a sembrar el caos”. Lo relaciona con algo que cree que es uno de los mayores problemas de su generación: “Hemos dejado que la gente de mi edad se desvanezca de las emociones y los problemas de su vida, que se disocien completamente, que no las entiendan y no las procesen, que nos absorba la tecnología y las redes. Estamos en una época conectados como nunca, pero con menos amigos. Vivimos menos, me refiero a vivir realmente, disfrutar de cosas y de personas sin estar pegados al móvil”.Tanto Delgado como Moreno explican que “la manosfera plantea dos cajitas opuestas que contraponen el feminismo y el antifeminismo”, pero creen que es hora de romper ese binarismo, que consideran improductivo. El segundo afirma que hay “muchísimas posiciones intermedias de chavales que no por tener dudas con el feminismo se convierten automáticamente en antifeministas”.El último informe de la consultora LLYC, Sin filtro, apunta hacia esos espacios intermedios en las redes, señalando que la polarización cada vez mayor en este tema está provocando un “hueco” en el que pueden darse debates sin insultos ni mentiras. Pero existe una “inercia política que ha polarizado el debate y ha dejado de lado a bastantes personas, sin lugares para exponer y recoger dudas en una conversación tranquila”, dice Delgado.“Pensaba que era diferente a los demás”Dani Rosás, colabora con el proyecto, tiene 32 años, es ingeniero de telecomunicaciones y ahora estudia Filosofía. Vive en La Garrotxa (Girona) y cuenta que en la plataforma se encontró con un chaval “que decía que se sentía muy solo e inseguro, con mucha presión por caer bien porque pensaba que era diferente a los demás”. Marcos Crespo es otro de los voluntarios, que cumple 17 años el 2 de abril: “Vivimos en una sociedad en la que se nos dice a nosotros cómo tenemos que ser, qué tenemos que decir y qué hacer y, desde luego, no nos está funcionando”.Marcos Crespo, uno de los voluntarios de Bróders, en el barrio madrileño de Valdebernardo.Pablo MongeHace unos días murió uno de los profesores de su instituto, en Madrid, y muchos alumnos fueron al entierro: “Nos ha afectado a todos, a chicos y a chicas, pero lo que aprecié fue que entre nosotros cuesta más hablarlo”. Vio como a algunos se les salía una lágrima, pero se la quitaban rápido. Para él, Bróders es un espacio que va más allá: “No puede ser que todo sea rayarse la cabeza y tener que guardárselo para uno mismo”.

Bróders, el foro que escucha a los chicos: de los celos y las relaciones amorosas al tamaño del pene | Sociedad
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