Una nueva estrategia, que ya logró hace tres años la eliminación de los tumores en el 100% de una docena de pacientes con cáncer de recto, ha obtenido ahora resultados sobresalientes en otro grupo con casos de esófago, estómago, colon, hígado, vejiga, útero y próstata. La terapia, denominada inmunoablativa, ha conseguido la aparente desaparición del cáncer en el 80% de un centenar de participantes que comparten una mutación genética específica. La oncóloga Ana Fernández Montes, ajena a esta investigación, considera que es “un cambio de paradigma”. El tratamiento evita tener que recurrir a otras alternativas más agresivas, como la cirugía, la radiación o la quimioterapia.Una de las pacientes, la neoyorquina Maureen Sideris, una jubilada hiperactiva y dicharachera de 71 años, detiene su coche para atender la llamada telefónica de EL PAÍS. Hace tres años le diagnosticaron un cáncer gastroesofágico y pensó que iba a perder el habla o incluso la vida. Ahora está pletórica. La remisión de su tumor es completa, tras recibir un tratamiento intravenoso, el dostarlimab, cada tres semanas durante seis meses. El éxito ha evitado que se someta a una arriesgada operación en el esófago. “Me alegro, porque me encanta hablar”, bromea. “El cáncer ha desaparecido en mis imágenes PET [un escáner médico] y en las biopsias. Los doctores son cautelosos y solo hablan de remisión, pero cuando se cumplan cinco años usarán la palabra curación”, celebra, antes de despedirse con entusiasmo y volver a la carretera. “Me siento como si me hubiese tocado la lotería”, exclama.Más informaciónEl dostarlimab, un fármaco desarrollado por la empresa biotecnológica estadounidense AnaptysBio, es una proteína defensiva —un anticuerpo— de un ratón, modificada con ingeniería genética para humanizarla. Se produce en células de ovario de hámster chino. La esencia del tratamiento es conocida. El científico japonés Tasuku Honjo hizo un descubrimiento en 1992 que salvaría millones de vidas. En el cuerpo humano halló una proteína, bautizada PD-1, que actúa como un freno de las defensas del organismo. Al quitar esa traba natural, con un anticuerpo llamado nivolumab, el propio sistema inmune podía atacar con mayor ferocidad a las células tumorales. Honjo ganó el Nobel de Medicina en 2018, como padre de una técnica disruptiva para tratar el cáncer: la inmunoterapia.El anticuerpo humanizado de ratón también bloquea la actividad de la proteína PD-1, lo que suelta las riendas de las defensas humanas, que son las que destruyen las células tumorales. El medicamento ya se aprobó en 2021 contra el cáncer de endometrio, en combinación con la quimioterapia. Un equipo de investigadores del Centro Oncológico Memorial Sloan Kettering —una organización privada de Nueva York sin ánimo de lucro— tomó una decisión audaz: utilizar solo dostarlimab, lo antes posible, para ver qué ocurría. Los científicos escogieron a pacientes con una determinada mutación genética en sus tumores, llamada deficiencia en la reparación de errores de emparejamiento, especialmente sensible a los medicamentos inhibidores de la proteína PD-1, como el dostarlimab. El equipo del Sloan Kettering calcula que el 5-10% de los tumores de recto y el 2-10% de otros tipos de cáncer sólido podrían tener este punto débil.Sascha Roth, una mujer de 38 años de Washington con cáncer de recto, fue la primera persona que se atrevió a presentarse como voluntaria. La remisión de su tumor fue tan rápida y asombrosa que ni los médicos se lo creían, pero lo mismo ocurrió con el segundo paciente. Y con el tercero. El 5 de junio de 2022, los científicos anunciaron “la respuesta completa” en la primera docena de casos analizados. El cáncer había desaparecido aparentemente, pero los autores advertían de que hacía falta más tiempo para comprobar que los tumores no reaparecían.Cuatro pacientes (de izquierda a derecha, Sascha Roth, Imtiaz Hussain, Avery Holmes y Nisha Varughese) con los oncólogos Luis Díaz y Andrea Cercek (con bata blanca).MSKMás de cinco años después de aquella primera voluntaria, los investigadores, liderados por los oncólogos Andrea Cercek y Luis Alberto Díaz, acaban de publicar los resultados de otro centenar de casos, sin metástasis, pero localmente avanzados. En las 49 personas con cáncer de recto tratadas ya no se detectan indicios de la enfermedad. En otras 54 con tumores en otras partes del cuerpo —esófago, estómago, colon, hígado, vejiga, útero y próstata—, los resultados no son tan espectaculares, pero siguen siendo sobresalientes. Aproximadamente dos de cada tres han experimentado una respuesta completa, lo que significa que todas las señales de cáncer se han esfumado. En total, son 84 pacientes con su cáncer aparentemente eliminado, de un total de 103. En los que el tumor no desapareció, sí menguó.“Son resultados increíbles”, afirma el oncólogo Luis Alberto Díaz, nacido en Schenectady (EE UU) hace 54 años. Su madre, peruana, llegó allí embarazada de siete meses. En 2021, el presidente estadounidense Joe Biden lo nombró asesor de su estrategia contra el cáncer. Díaz está exultante. Aquella primera docena de participantes, como Sascha Roth, sigue libre de tumores. Cuatro de ellos llevan más de cinco años, por lo que ya se puede hablar de curación, según el oncólogo.La terapia no es barata. Una sola dosis se vende por más de 5.000 euros, por lo que el tratamiento de un solo paciente puede costar unos 50.000. “Al final, será más económico, porque evitarás terapias costosas, como la quimioterapia, la radioterapia y la cirugía”, opina Díaz. La farmacéutica británica que posee el permiso para comercializar el dostarlimab, GlaxoSmithKline, ingresó unos 550 millones de euros con las ventas del anticuerpo en 2024, gracias a su uso generalizado contra el cáncer de endometrio en Estados Unidos.El nuevo estudio, publicado el 27 de abril en la revista especializada New England Journal of Medicine, ha recibido financiación de la propia GlaxoSmithKline, pero también del Instituto Nacional del Cáncer y de los Institutos Nacionales de la Salud de EE UU, además de entidades benéficas, como Swim Across America, que organiza jornadas de natación para recaudar dinero. Los participantes en el ensayo clínico tienen entre 26 y 87 años. Los investigadores recalcan que se necesita más tiempo para confirmar el beneficio a largo plazo, sobre todo en los pacientes de tumores no rectales, en los que el seguimiento promedio ha sido solo de unos 15 meses.Ana Fernández Montes, miembro de la junta directiva de la Sociedad Española de Oncología Médica, aplaude los nuevos resultados. “Hay unas respuestas clínicas muy elevadas, con un gran control de la enfermedad, y la gente se libra de la amputación abdominoperineal del recto”, celebra la oncóloga, del Complejo Hospitalario Universitario de Ourense. Luis Alberto Díaz acuñó el término terapia inmunoablativa “porque significa extirpar el tumor con inmunoterapia”, sin cirugía ni radiación ni quimioterapia, evitando así efectos adversos muy graves, como la infertilidad. La terapia inmunoablativa suena “futurista”, reconoce Díaz, pero de momento está funcionando en decenas de casos.

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