La polémica campaña de la farmacéutica Novo Nordisk para hablar “sin filtros” de la obesidad, que hace unas semanas generó un fuerte rechazo en redes —la tildaron de gordófoba, de “mal gusto”, “indecente”— y terminó incluso con la intervención del Ministerio de Sanidad pidiendo “aclaraciones” ante el temor de que incurrieran en un delito de publicidad encubierta, ha reavivado la llama de un profundo dilema que planea en la calle: el de la percepción social de la obesidad y el encaje, en plena era Ozempic, de la cultura del body-positivity (aceptar todos los cuerpos y sus tallas). La explosión de los fármacos antiobesidad y el auge de comunidades virtuales que promueven la delgadez han vuelto a poner contra las cuerdas a las corrientes en defensa de la diversidad y la autoaceptación corporal.La propia Novo Nordisk, fabricante de fármacos como Ozempic, se explicaba así para justificar la polémica campaña, en la que advertía, en mayúsculas, que la obesidad era “una enfermedad” que “puede matar”: “La conversación sobre obesidad está cargada de filtros que, con el ánimo de no herir sensibilidades, ofrecen una realidad distorsionada que aleja de la toma de decisiones acertadas para la salud”. Su posicionamiento era una declaración de intenciones: “Queremos alejar la obesidad de corrientes estéticas o body-positive para que exista una conciencia social real de la importancia de ir al médico”. Más informaciónLa filósofa Magdalena Piñeyro, activista y autora de Stop Gordofobia y las panzas subversas, se vio señalada por el controvertido anuncio: “Parece que ese hablar ‘sin filtros’ hiciera referencia a una supuesta presión o filtro que estamos poniendo las activistas a quienes nos patologizan y discriminan. Me recuerda mucho al señalamiento ‘generación de cristal’ y a las quejas conservadoras de ‘parece que ya no se puede hablar de nada”. Novo Nordisk justificaba también en su campaña que la obesidad no es una cuestión de estética, sino de salud. Pero para la nutricionista Azahara Nieto, hay en esta premisa algunos tropiezos: la campaña, asegura, “es populista y penaliza y patologiza a los cuerpos grandes independientemente de su salud. Niegan la diversidad corporal. Una persona puede pesar más y estar sana”. La delgadez no es necesariamente sinónimo de salud. Y se da también otra paradoja: mientras Novo Nordisk enarbola la carta de la salud, sus fármacos con efecto adelgazante ya los consume en masa y por su cuenta gente sana para bajar unos kilos. Y eso, a pesar de que las agencias reguladoras los limitan a personas con diabetes o con obesidad y siempre bajo estricta prescripción y control médico. Hay furor con estos medicamentos. Tanto, que ya se han registrado episodios de desabastecimiento, que han llevado a los expertos a lanzar advertencias sobre su uso y a recordar que no son inocuos. De hecho, Reino Unido investiga el vínculo de estos fármacos con la aparición de casos de pancreatitis y también la Agencia Española del Medicamento ha lanzado un aviso sobre una reacción ocular adversa, aunque matiza que es “muy infrecuente”.El ‘body-positive’ y el ‘body-neutrality’ se están desplazando por el culto a la delgadez y por la disciplina del cuerpo”Azahara Nieto, nutricionistaSobre cómo estos fármacos pueden estar transformando los ideales corporales y torpedeando la conversación sobre la aceptación de todos los cuerpos, Nieto sostiene que todos estos movimientos en defensa de la diversidad corporal “se están desplazando por el culto a la delgadez y por la disciplina del cuerpo”, pero, a la vez, considera, está habiendo una respuesta por parte del “movimiento gordo que surgió en los setenta y que está luchando para que no se haga una patologización de los cuerpos gordos”. Por su parte, Diego Bellido, presidente electo de la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (Seedo), no cree que haya un retroceso en los movimientos de autoaceptación de los cuerpos tras el auge de Ozempic, pero sí admite que, con la aparición de los fármacos con efectos adelgazantes, “ha calado un mensaje de que es muy sencillo” perder peso y advierte de los riesgos de banalizar su uso. “No se trata solo de prescribir: el paciente puede estar perdiendo peso a expensas de la masa muscular y lo que se hace con eso es perder en salud, no ganarla”, expone.La mirada médica, a debateEn toda esa reconstrucción de la visión social de la obesidad, juega un papel clave también la mirada médica y científica. La Organización Mundial de la Salud considera la obesidad una enfermedad crónica, pero entre los expertos aún persiste la disputa científica sobre su definición como dolencia en sí o como una condición física que genera determinados riesgos para la salud. No hay duda, eso sí, de que el exceso de grasa corporal eleva la probabilidad de desarrollar numerosas enfermedades —desde cáncer a problemas cardiovasculares—, pero ni la apariencia física ni el índice de masa corporal (IMC) —usado para diagnosticarla— parecen ser suficientemente solventes por sí solos para medir la salud de alguien, coinciden los expertos consultados. Un grupo de personas pasea por el centro de Barcelona.Gianluca BattistaUn estudio publicado recientemente en la revista médica BMJ cuestiona también el abordaje médico tradicional de la obesidad, que se ha centrado, básicamente, en intervenciones en estilo de vida para bajar de peso. La investigación sostiene que esa estrategia tiene “poco o ningún efecto en la pérdida de peso sostenida y ningún beneficio en resultados adversos como eventos cardiovasculares o mortalidad”. Y advierte: “Centrarse en la pérdida de peso puede contribuir a la discriminación y la estigmatización interiorizada”. Piñeyro tiene mucho que decir sobre la mirada médica. “El motivo principal por el que las personas gordas dejamos de ir al médico es la discriminación, la falta de escucha y los errores de diagnóstico”, protesta. Y pone como ejemplo de agravios la falta de infraestructura adaptada, como camillas y sillas de ruedas de su tamaño, o que les nieguen tratamientos y cirugías basándose en su IMC. ‘Skinnytok’ y la oda a la delgadezTodo el revuelo y el cambio de paradigma que ha traído la explosión de Ozempic ha coincidido también con el resurgimiento del culto a la delgadez y el retorno a esa estética heroin chic de los 2000. “Lo vemos en las redes sociales. Volvemos al skinnytok, a la delgadez y a la perfección. Estamos volviendo al neoliberalismo corporal”, advierte Nieto. En redes sociales hay comunidades que alientan la delgadez como símbolo de éxito y se viralizan los perfiles de influencers como Liv Schmidt, que capitanea ese espacio de internet —erigido bajo el hashtag #skinnytok— donde mujeres flacas y blancas dan consejos para estar delgadas.Nieto alerta de que todas estas narrativas que vuelven a poner el foco en la delgadez abocan a “un desborde en el tema de los trastornos de la conducta alimentaria (TCA)”. Un extremo en el que coincide Cristina Carmona, psicóloga clínica del Hospital de Sant Pau: “Se está viendo otra vez que la gente vuelve a tener una mirada peyorativa de la obesidad. Si hace unos años la delgadez era un ideal de belleza, ahora se ve como un canon saludable. Mucha gente cae en un TCA por querer estar sano, piensan que comer poco es estar sano”.¿Hacia la neutralidad corporal?Ante ese choque que puede significar un retroceso en la aceptación social de la diversidad corporal, Nieto apuesta por una salida con otro discurso: reivindicar la body-neutrality, en lugar del body-positive. Las dos corrientes sostienen la autoaceptación de los cuerpos, pero la segunda sigue poniendo el foco en la estética —defiende la belleza en todas las tallas—, mientras que la neutralidad corporal aboga por aceptar y valorar el cuerpo desde la funcionalidad, no desde la belleza. “Lo ideal sería un enfoque de salud en todas las tallas”, concluye. Sobre este concepto, sin embargo, Bellido discrepa: “No creo en la obesidad metabólicamente sana. Un paciente con exceso de grasa siempre tendrá comorbilidades, aunque tarde en ver el daño”. El médico considera, eso sí, que “centrarse solo en el peso es mala praxis” y defiende focalizarse “en la grasa y el músculo” para obtener un perfil de salud más preciso que el que aporta la mera apariencia externa. Una pátina ideológicaEn todo el debate sobre la visión social de la obesidad y la transformación de los ideales corporales, subyace además una lectura ideológica. En las propias críticas y defensas a la campaña de Novo Nordisk, se colaban menciones a lo woke, en alusión a la corriente de pensamiento progresista concienciada social y políticamente y sensible con la diversidad. “Es una indecencia: usa el estilo antiwoke de ‘vamos a hablar de este problema que los woke llaman respeto por el cuerpo ajeno”, criticaba una usuaria. “Una campaña basada en la Promoción de la Salud y sin miedo al wokismo imperante”, reponía, en cambio, un defensor de la iniciativa.También en el resurgimiento de esa delgadez aspiracional que dibujan las redes se intuye una instrumentalización política. Así, medios ultraconservadores han defendido a figuras como Schmidt y su Skinni Societé —la sociedad de las delgadas—, sugiriendo que fue censurada en redes (Tiktok le suspendió varias veces la cuenta y se ha prohibido el hashtag #skinnytok) por “decir la verdad”. Nieto lo asocia más con el neoliberalismo: “Hemos pasado del ‘eres pobre porque quieres’ al ‘eres gordo porque quieres porque puedes remediarlo con medicación y ejercicio’. La sensación de disciplina y control del cuerpo es una manera de falso control sobre nosotros mismos, aunque no todos partamos del mismo sitio. Y si no lo alcanzas, es un fracaso”.En la misma línea, Piñeyro apunta: “No podemos olvidar que la delgadez, en esta sociedad gordofóbica, está relacionada con la disciplina y autocontrol como valores morales superiores, aspiracionales y de autocreación del yo (esto de ‘el hombre exitoso que se hace a sí mismo’). Esa moralidad roza muchas veces ideas eugenésicas —y, por supuesto, neoliberales e individualistas—, borrando los contextos socioculturales y económicos que configuran las vidas y los cuerpos de todas las personas”. La activista defiende que, mientras se siga “aplaudiendo la delgadez como premio al esfuerzo individual”, se estará alimentando “la peligrosa idea de que unas personas valen más que otras”.

Shares: