En medio de la espesa y húmeda selva del suroccidente colombiano, donde el narcotráfico y los artefactos explosivos improvisados son una constante amenaza para las tropas, una aliada se ha convertido en protagonista clave de las operaciones militares: Daga, una pastor belga de apenas dos años y medio de edad, integrante del Ejército Nacional.Daga forma parte del Grupo de Explosivos y Demoliciones EXDE, del Batallón Contra el Narcotráfico N.° 4, y trabaja codo a codo —o más bien, pata a bota— con su binomio, el soldado Pardo. Juntos han participado en al menos seis operaciones de interdicción de narcóticos, recorriendo la geografía hostil del departamento de Nariño, marcada por su biodiversidad y por la presencia de enclaves cocaleros custodiados por estructuras armadas ilegales.En su más reciente hazaña, Daga fue pieza clave en la ubicación de un gigantesco laboratorio para el procesamiento de clorhidrato de cocaína en la vereda Alto Zapanque, municipio de Olaya Herrera.El complejo clandestino, compuesto por siete estructuras, pertenecería a la Estructura Alfonso Cano del grupo armado organizado residual (GAO-r) SM – Coordinadora Nacional Ejército Bolivariano, al mando de alias Iván Márquez.También alerta a las tropas en la detección de artefactos explosivos improvisados. Foto:CortesíaGracias a su fino olfato y riguroso entrenamiento, Daga no solo ayudó a alertar a las tropas sobre la presencia de posibles minas antipersonales ocultas en la zona, sino que también inspeccionó helipuertos improvisados para garantizar que estuvieran libres de explosivos.Su intervención fue decisiva para que los soldados del Comando Contra el Narcotráfico y Amenazas Transnacionales hallaran alrededor de 475 kilogramos de clorhidrato de cocaína, 2.212 galones de cocaína en proceso y 2.239 galones de insumos líquidos, fundamentales en la producción del alcaloide.El golpe económico para esta estructura criminal fue contundente: se estima que la incautación representa una pérdida cercana a los 13.465 millones de pesos. Además, con esta operación se impidió que aproximadamente 950.000 dosis de droga llegaran a los Estados Unidos, contribuyendo a la lucha global contra el narcotráfico.Daga junto al soldado Pardo. Foto:CortesíaMás allá de las cifras, para la tropa, el trabajo de Daga simboliza el valor y compromiso de los perros militares que, con disciplina y lealtad, se convierten en guardianes silenciosos de la seguridad nacional. Su instinto y entrenamiento salvan vidas y permiten que las tropas operen en zonas de altísimo riesgo.Daga seguirá patrullando la selva junto al soldado Pardo, cumpliendo su misión de detectar amenazas invisibles y apoyar los operativos que enfrentan las economías ilícitas de los grupos armados ilegales. Una heroína de cuatro patas que, ladrido tras ladrido, continúa escribiendo su historia al servicio de Colombia.Redacción JusticiaJusticia@eltiempo.comMás noticias de Justicia:

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