Unos meses después de que el equipo de Mónica García tomase posesión en el Ministerio de Sanidad, uno de sus técnicos se preguntaba: “¿En otras legislaturas había tanto trabajo aquí?“. La respuesta, salvando la pandemia, es no. No se recuerda en la sede del Paseo del Prado una actividad legislativa tan intensa. Una vez aprobada definitivamente la Agencia de Salud Estatal de Salud Pública (AESAP), están en pleno trámite y pendientes de entrar en el Congreso otras cuatro: la reforma de la ley del tabaco, la de la reducción del alcohol en menores, la del medicamento y el estatuto marco de los sanitarios. Y en septiembre presentarán la ley del paciente. Ninguna tiene garantía de salir adelante. La debilidad parlamentaria del Gobierno y unos plazos ajustados ponen muy complicado no ya que se aprueben todas, sino que salga alguna de ellas. Incluso la que generaba más consenso, la de la AESAP fue tumbada en el Pleno tras cambiar el voto que habían manifestado Junts y el PP por un asunto que nada tenía que ver con el fondo de la ley y hubo de ser tramitada de nuevo para su aprobación definitiva en julio.Si no fuera por este clima político, exacerbado por los casos de corrupción que han aflorado en torno al PSOE, no debería haber problemas para que se aprobasen al menos aquellas sobre las que hay mucho consenso, como sucedió con la agencia. Otra sería, en opinión de José Martínez Olmos, profesor de la Escuela Andaluza de Salud Pública y ex secretario general de Sanidad en los Gobiernos del PSOE de 2005 a 2011, la del alcohol en menores, que emana de una comisión interparlamentaria y en cuya filosofía ―evitar que los niños y adolescentes beban― también están de acuerdo todos los partidos.Ildefonso Hernández, catedrático de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad Miguel Hernández, señala que la del tabaco debería aprobarse a toda costa: cada año causa 50.000 muertes evitables. “Estoy preocupado con que no salgan. [El Gobierno] deberían jugar fuerte, ponerlas en la agenda mediática y conjurar esfuerzos. Pero da la impresión de que no hay un compromiso para luchar hasta el final”.Esto es lo que tienen a favor y en contra esas cuatro leyes:Modificación de la ley antitabacoLa ley. Sanidad pretende dar un nuevo paso adelante para continuar reduciendo el número de fumadores, después de las leyes que se aprobaron en 2005 y 2011. El anteproyecto, que está a punto de comenzar su tramitación parlamentaria, amplía los espacios libres de humos (incluyendo las terrazas de bares y restaurantes). También equipara las nuevas formas de fumar (como los cigarrillos electrónicos) al tabaco convencional.A favor. Como recuerda Ildefonso Hernández, reducir el tabaquismo es la medida de salud pública más costo-efectiva que existe. Prácticamente, no cuesta dinero y cada punto de bajada en el número de fumadores supone miles de vidas salvadas, decenas de miles de enfermedades, consultas médicas, e ingresos hospitalarios. En contra. Prohibir fumar en terrazas, pese a ser solo una de las medidas propuestas, es polémica. Y, aunque se sabe que el humo de segunda mano también es perjudicial al aire libre, las evidencias no son tan sólidas como sucedía en interiores. Para votar en contra, la oposición tiene fácil ondear la bandera de la libertad: la de quienes fuman, no la de los que quieren disfrutar una terraza sin humo.Ley de alcohol en menores La ley. Prohíbe el consumo de alcohol en menores de 18 años, algo que hasta ahora solo estaba explícitamente regulado en alrededor de la mitad de las comunidades autónomas. Sí es ilegal su venta. También veta el comercio de alcohol en lugares o eventos principalmente destinados a niños: desde un parque de bolas a un polideportivo donde se celebren competiciones infantiles. Impone, asimismo, más restricciones a la publicidad, incluso en terrazas, que no podrán lucir marcas de productos alcohólicos si están cerca de colegios. A favor. El contenido emana de una comisión interparlamentaria con una amplia mayoría a favor. Es la cuarta tentativa de aprobar restricciones para el alcohol en niños y adolescentes; la primera data de la época de Rajoy. Además, el propio Gobierno ya ha limado algunos de los aspectos que más recelo generaban en la industria: Sanidad quería prohibir el reclamo del consumo “responsable” o “moderado”, las grandes banderas de las alcoholeras, pero otros ministerios vetaron esta inclusión.En contra. Si no fuera por el clima político, no debería haber grandes problemas para aprobarla, pero teniendo en cuenta que Vox y PP parecen oponerse sistemáticamente a cualquier avance legislativo, todo está en manos de unos socios de investidura que, especialmente en el caso de Junts, son imprevisibles.Ley del medicamentoLa ley. Es un texto largo (150 páginas), complejo y técnico. Entre otras cosas, da más flexibilidad a los precios, a la prescripción y a la dispensación, lo que, según cálculos del Ministerio de Sanidad, ahorrará más de 1.300 millones de euros anuales en gasto público. También dota de capacidad de prescripción a enfermeras y fisioterapeutas y da más libertad a los farmacéuticos para prescribir medicamentos equivalentes en formatos distintos al recetado. A favor. Todos los actores del sector coinciden en que es necesario modernizar la ley y buena parte del texto es visto con buenos ojos por los la industria y los farmacéuticos.En contra. La industria rechaza un punto fundamental, el que supuestamente ahorrará más dinero a las arcas públicas: un cambio en el sistema de financiación de los genéricos que, según Sanidad, ampliará la oferta y bajará su precio. Los farmacéuticos y la industria, sin embargo, afirman que desprotege al mercado nacional y que generará desabastecimiento. Si se mantiene el sistema que propone Sanidad, con este rechazo frontal de parte del sector, será difícil que los partidos de la derecha voten a favor.Estatuto Marco de los sanitariosLa ley. Sanidad quiere actualizar el texto que regula las condiciones laborales de los sanitarios con cambios que incluyen acortar las guardias de los médicos (de 24 horas a 17), armonizar las categorías profesionales con las normas europeas, poner coto a la temporalidad mediante OPE bienales y crear la figura del directivo profesional, con itinerario formativo y exclusividad remunerada (de forma que los jefes de servicio no podrían trabajar en la privada).A favor. El actual estatuto marco tiene más de 20 años de antigüedad y ni el ministerio ni los profesionales están a gusto con él. Da respuesta a algunas de las demandas laborales del sector en un texto más moderno y sostenible.En contra. Parte del sector sanitario se ha mostrado en contra del texto, especialmente, los sindicatos médicos. Ya hicieron una huelga el 12 de junio y tienen convocada otra para octubre. Existen varios focos de desacuerdo, centrados principalmente en la demanda de limitar la duración de las jornadas, prolongadas por el actual sistema de guardias, y su reconocimiento como horas extraordinarias. También reclaman que se les otorgue la categoría profesional acorde a su nivel de formación, uno de los más exigentes del sector público. Además, rechazan la intención del ministerio de impedir que los jefes de servicio del sistema público compatibilicen su puesto con la práctica en la sanidad privada.

Estatuto Marco: Del tabaco en las terrazas a las guardias médicas: las reformas sanitarias se topan con un Congreso imprevisible | Sociedad
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