Hugo Marlo (Terrassa, 24 años) atiende esta entrevista por videoconferencia tras haber descansado apenas unas horas en todo el fin de semana. Dos jornadas maratonianas para grabar el videoclip de su último sencillo, Tu luz, una canción contra el bullying. Como el resto de sus composiciones ―hace un año publicó su primer EP, Estimarta―, esta también es autobiográfica. “Sufrí acoso, no tenía amigos en el colegio ni el instituto”, cuenta el cantante y activista por los derechos de las personas trans. Su vida cambió tras participar con 17 años en Got Talent Junior. “Pasé de ser invisible para la gente a que me parasen por la calle y me pidieran fotos”, apunta. Sin embargo, Marlo no se reconocía en esas imágenes en las que aparecía como “una chica masculina”, faltaba algo. “Hasta que un día dije basta y me miré en el espejo”.Pregunta. Y, ¿qué vio?Respuesta. Me vi a mí mismo por primera vez: un chico trans. Ser trans es lo mejor que me ha pasado en la vida, me ha hecho madurar y me ha regalado personas maravillosas que de otra forma no hubiera conocido.P. ¿Por qué su realidad es tan difícil de comprender para algunos?R. Mi identidad no es algo debatible. Cuando le pregunto a la gente cis [aquellas conformes con el género asignado al nacer] cómo saben que son un hombre o una mujer me contestan: “Porque lo sé”. Pues para mí es lo mismo.P. Y para su entorno, ¿fue fácil de entender?R. En mi casa no fue bien acogida la noticia de quién era realmente, pero creo que las personas trans hemos venido al mundo para hacerlo mejor, para abrir mentes. Hoy, la relación con mi familia es genial.P. Su transición ha propiciado muchos cambios, entre ellos, su voz.R. El tratamiento de testosterona trae consigo cambios físicos y emocionales. Me daba miedo cómo podría cambiar mi voz, mi instrumento de trabajo, lo único bueno en aquella etapa tan difícil de mi vida. Ahora me encanta mi nueva voz, tengo un rango vocal más amplio para hacer más cosas.Marlo, tras la grabación de su último sencillo. massimiliano minocriP. ¿Qué otras cosas trajo consigo esa transformación física?R. Cuando comencé la transición estaba en un equipo de fútbol femenino y la gente empezó a quejarse. Vale, lo entiendo, [con la testosterona] hay ganancia de fuerza y de músculo, pero de la forma en la que me trataron, los insultos que recibí… no tiene ninguna justificación. El fútbol había sido mi lugar seguro hasta entonces y se convirtió en un infierno.P. Y, ¿qué hizo?R. Pues buscar a otros hombres trans que quisieran formar un equipo. Fundamos el Fénix F.C y nos federamos en la cuarta división catalana masculina. Pero nos hemos retirado.P. …R. Éramos muy pocos, no teníamos apenas cambios y había muchas lesiones. Además de la transfobia que sufríamos en los partidos y en las redes sociales.P. ¿Cómo se relaciona con las redes sociales?R. Me gusta sentir que visibilizo mi realidad y que eso ayuda a mucha gente, pero los comentarios de odio siempre están ahí. A veces estoy fuerte y lo llevo mejor, y otras, me da tanto miedo lo que me dicen que no quiero ni salir a la calle.P. ¿Teme que la transfobia siga creciendo?R. Creo que es importante no conformarse con que ya no nos matan. Tenemos que seguir defendiendo nuestro derecho a existir y señalar todo lo que lo ponga en peligro.P. ¿Cree que hay suficientes referentes trans?R. Evidentemente es difícil exponerse a tanto odio y convertirse en un referente visible. Más que cantidad, necesitamos ejemplos de vidas trans en positivo.P. Como es su caso…R. Mira, un día me escribió una madre por Instagram y me dijo que su hija le había dicho que era un niño y que se quería llamar como yo. Pero necesitaba preguntarme si las personas trans somos felices.P. Y, ¿qué le respondió?R. Que por supuesto, no he sido tan feliz en toda mi vida.

Shares: