A 17 años del rescate de 15 secuestrados por las Farc, la ‘Operación Jaque’ sigue siendo referencia por su planeación táctica, el papel de la inteligencia militar y los testimonios de quienes estuvieron cautivos.El diseño de esta estrategia comenzó a tomar forma en enero de 2008, a partir de una idea inicial que buscaba recuperar a un grupo de los secuestrados por la guerrilla de las Farc sin recurrir al uso de la fuerza directa. En esta etapa preliminar se elaboraron las directrices tácticas que serían presentadas al alto mando militar para su evaluación.Uno de los principales puntos de controversia fue el uso de helicópteros, aspecto que generó resistencias y no fue aprobado inicialmente. Sin embargo, un mes antes de ejecutar la operación, con base en información de inteligencia y análisis de coordenadas obtenidas por los equipos operativos, la propuesta fue reconsiderada y el alto mando decidió autorizar la misión bajo un nuevo esquema que siguió parámetros de infiltración, apoyados por unidades de fuerzas especiales.Una fuente de inteligencia que participó en la elaboración del plan señaló a EL TIEMPO que la táctica militar fue concebida bajo un modelo de varias fases, cuya planificación detallada se remonta al 9 de enero de ese año. “El despliegue físico en terreno comenzó el 30 de mayo, cuando los equipos especializados ya se encontraban en las zonas de influencia, cumpliendo funciones asignadas sin revelar su verdadero propósito. Esta etapa permitió consolidar la logística sin levantar sospechas”, dijo.En cada momento del proceso se priorizó la protección de los secuestrados y los lineamientos operacionales se centraron en mantener una narrativa de misión humanitaria con el objetivo de no provocar ninguna reacción adversa del grupo armado.Helicóptero usado en la Operación Jaque. Foto:Archivo particularAl mediodía del 2 de julio de 2008 se ejecutó la fase de extracción, considerada la más compleja del operativo por la necesidad de sincronizar múltiples actores bajo presión. “Las tareas de cada participante debían ajustarse con precisión milimétrica, desde la interacción verbal hasta los gestos físicos, para mantener la coherencia con el montaje de ayuda internacional. Los encargados de pilotar las aeronaves también actuaron bajo el mismo protocolo”, explicó el informante.Para mitigar riesgos, contó la fuente,se aplicaron al menos 15 medidas de seguridad que incluyeron tecnología de localización, protocolos de verificación y rutas de escape alternas. Las acciones preventivas buscaron minimizar la posibilidad de enfrentamientos armados, evitar el descubrimiento de la operación y garantizar la vida de todos los involucrados. La prioridad fue mantener la cobertura de engaño hasta el último momento del vuelo.“La elección de los agentes participantes fue un proceso cerrado, dirigido exclusivamente por unidades de contrainteligencia e inteligencia militar. Se exigió experiencia en escenarios complejos, lealtad institucional y habilidades para operar bajo presión. En este escenario, cada miembro conocía únicamente los aspectos de la operación que le correspondían según su rol.Raimundo Malagón contó lo que sintió durante la Operación Jaque. Foto:Twitter: @SoyElTeMalagon / Héctor Fabio Zamora/ CEETSolo cuando la fase de infiltración se consolido se informó a los altos niveles del mando militar y del Ejecutivo nacional. Esta decisión obedeció a la necesidad de evitar cualquier filtración que pudiera poner en riesgo la vida de los secuestrados o comprometer el éxito de la misión. La cadena de mando fue ajustada para garantizar que las decisiones operativas no dependieran de factores externos.Uno de los aspectos menos conocidos de la operación fue la capacitación actoral impartida a los agentes infiltrados. Este entrenamiento se diseñó con el propósito de representar de forma creíble a una misión internacional neutral. Se analizaron registros de anteriores operaciones de las Farc y se construyó un modelo de comportamiento ajustado a las expectativas del grupo armado. Además de la actuación, los agentes fueron entrenados en psicología de crisis, manejo emocional y reacciones en escenarios ambiguos. Estas habilidades fueron clave para sostener la narrativa del montaje sin revelar nerviosismo ni contradicciones. Cada miembro debía ser capaz de improvisar respuestas creíbles ante situaciones imprevistas.Dos poderosos testimoniosEl relato de los secuestrados, como el del sargento mayor (r) Erasmo Romero, revela que la primera reacción fue de desconcierto. En la mañana de ese 2 de julio, el militar se encontraba en una zona rodeado de guerrilleros sin saber que ese día terminaría su secuestro. Según cuenta, les dijeron que iban a grabar pruebas de supervivencia, sin embargo, lo que vieron fueron dos helicópteros sobrevolando el lugar.La aparición de aeronaves, recuerda, era en ese entonces un signo claro de peligro, sobre todo tras el asesinato de los 11 diputados del Valle en 2007. “Cuando escuchamos los helicópteros, varios de los secuestrados optamos por escondernos, en ese lugar había miles de cajas de envases plásticos donde algunos se refugiaron brevemente, pero observamos después cómo los demás cautivos cruzaron un caño hacia el lugar donde aterrizaron las aeronaves”, resaltó el suboficial en retiro.Helicóptero usado en la Operación Jaque. Foto:Archivo particularRomero había sido secuestrado diez años antes, el 1 de agosto de 1998, en la toma guerrillera al municipio de Miraflores, Guaviare. En ese entonces, su esposa estaba embarazada y ya tenían una hija de 11 meses. Durante su cautiverio, que coincidió con una de las fases más activas del conflicto entre el Estado y las Farc y tras su liberación encontró a los pequeños de 10 y 11 años.Recuerda el oficial que en los primeros años del secuestro hubo momentos de comunicación gracias al proceso de paz con que buscó materializar el expresidente Andrés Pastrana. A través de pruebas de supervivencia y cartas, Romero recibía noticias de su familia. Las misivas eran escasas y podían tardar meses en llegar, pero le permitían saber que su esposa y sus hijos estaban bien. Sin embargo, con la llegada de Álvaro Uribe a la Presidencia, las Farc suspendieron esos canales, lo que dificultó aún más la comunicación.La ubicación geográfica durante el cautiverio nunca fue clara para los secuestrados, según explica Romero. Aunque posteriormente supieron que se habían movido por regiones como el Guaviare, los Llanos del Yarí y el bajo Caquetá. “Durante los traslados solo veíamos selva por lo que desconocíamos en qué parte del país estábamos y las condiciones eran de completo aislamiento y desplazamientos constantes”.Guerrilleros de la antigua guerrilla de las Farc en formación. Foto:Eliana Aponte. Archivo EL TIEMPOEl sargento recuerda que durante los primeros años los secuestrados estuvieron separados por frentes guerrilleros. Más adelante, las Farc reunió a los cautivos en una estructura que Romero califica como “una cárcel improvisada”, donde llegaron a convivir más de 150 militares y policías. Y con el pasar de los años fueron movilizados de la zona y llevados al interior de la selva en donde estuvieron con otros secuestrados políticos y extranjeros, como Ingrid Betancourt, Clara Rojas y los tres ciudadanos estadounidenses.Con emoción, Romero recuerda que durante la materialización de la ‘Operación Jaque’ le dieron la orden de inmovilizar a Alexánder Farfán Suárez, alias Gafas. En medio de la confusión, mientras lo sujetaba, escuchó las palabras: ‘somos tropas del Ejército Nacional, están libres’. A pesar de haber sido amarrado de manos al abordar el helicóptero —para mantener la fachada del operativo—, pronto fue identificado por un uniformado que conocía a su hermano, quien le cortó las ataduras y le confirmó que estaban a salvo.Ingrid Betancourt. Foto:Jaiver Nieto Álvarez / ETCEPor su parte, el coronel Raimundo Malagón Castellanos, entonces teniente del Ejército, compartió detalles de su secuestro, su experiencia en cautiverio y las horas previas a la exitosa operación de rescate. Actualmente este oficial está vinculado al Comando de Educación y Doctrina del Ejército.El secuestro del entonces teniente Malagón ocurrió el 4 de agosto de 1998, en inmediaciones del municipio de Uribe, Meta, en medio de una confrontación entre 250 guerrilleros y 33 militares bajo su mando. Según su testimonio, las Farc emplearon tácticas de saturación con combatientes jóvenes e inexpertos, priorizando la captura de miembros de la Fuerza Pública.Durante el cautiverio, uno de los primeros episodios que marcó su reclusión fue un intento de fuga. “A tan solo un mes de haber sido capturado, logré escapar temporalmente, permanecí perdido durante 24 horas, sin orientación y expuesto, hasta ser recapturado. A partir de ese momento, pasé 20 meses amarrado por el cuello y las manos, con libertad de movimiento reducida a unos pocos metros cuadrados”, relató.Coronel Raimundo Malagón da su testimonio sobre la Operación Jaque. Foto:Archivo particularUno de los momentos de mayor tensión ocurrió, según Malagón, en 2007, tras la fuga del patrullero John Frank Pinchao. Narró que los captores les hicieron creer a los secuestrados que Pinchao había sido asesinado, lo que se tradujo en la intensificación de los traslados y el control sobre los prisioneros. “Las represalias se acentuaron tras confirmarse por medios de comunicación la fuga de Pinchao”, describió el coronel Malagón.En los días previos al rescate, los secuestradores reunieron a los tres grupos de retenidos: el de Betancourt, el de los estadounidenses y el de otros militares. El oficial recuerda que les pidieron escribir cartas y grabar pruebas de supervivencia, bajo el argumento de que serían presentados a una misión humanitaria, es por ello que se les permitió afeitarse, cortarse el cabello y los alimentaron con un caldo de pollo que les pareció inusual, dado el contexto del cautiverio.El subintendente de la Policía John Frank Pinchao se escapó de las Farc el 27 de abril de 2007. Foto:Efe – Policía NacionalA la llegada de los helicópteros, indicó el general que hubo desconcierto entre guerrilleros y secuestrados. “Al observar que las aeronaves no estaban camufladas, asumimos que se trataba de un traslado regular”.Años después del rescate, el coronel Malagón afirma que su visión del mundo cambió radicalmente. Sostiene que lo mantuvieron con vida tres pilares: “la formación recibida en su hogar, la preparación institucional y el deseo de transformarse en un ciudadano útil a la sociedad”.Desde su posición actual, manifiesta gratitud a la institución por la planeación y ejecución de la ‘Operación Jaque’. “Esta fue una acción que marcó un precedente dentro de la inteligencia militar contemporánea, tanto a nivel nacional como internacional. Todos los detalles logísticos de la operación siguen siendo objeto de estudio dentro de la institución”, dijo.Coronel Raimundo Malagón da su testimonio sobre la Operación Jaque. Foto:Archivo particularDentro de las Fuerzas Militares, la ‘Operación Jaque’ continúa siendo analizada por su capacidad de integrar inteligencia, infiltración, logística y actuación táctica en un solo dispositivo, de hecho, sus resultados siguen siendo objeto de estudio en academias militares y centros de formación especializados, debido a la alineación de directrices de derecho internacional humanitario donde se priorizó la vida de las personas retenidas. Desde entonces, se ha mencionado como un caso ejemplar de intervención sin violencia directa.Jesús Blanquicet – Justicia – @JusticiaET – blaant@eltiempo.com

inteligencia, infiltración y el testimonio de los liberados tras 17 años de la estrategia
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