La mayor parte del clítoris se esconde dentro de la vagina, un dato anatómico que puede resultar intrascendente, pero que otorga una vida nueva a las mujeres que han sufrido mutilación genital femenina (MGF). A través de una cirugía poco complicada –no requiere ingreso, no suele haber complicaciones– se extrae parte de ese clítoris oculto para devolverle a estas mujeres (en su mayoría refugiadas) el único órgano del cuerpo destinado exclusivamente al placer para, en palabras de Mar Ramírez, una de las ginecólogas que practica estas reconstrucciones en el hospital universitario Doctor Peset de Valencia, reviertan algo que les habían hecho por obligación en su comunidad: “Se convierte en un acto de protesta. Estas mujeres ganan poderío, fuerza interior”, explica. También les sirve para descubrir el placer de las relaciones sexuales, porque muchas de ellas nunca antes lo habían visto así. “Han sufrido violaciones, matrimonios forzosos. Piensan que el hombre es el que controla la función sexual”, explica la ginecóloga, que lleva cinco años en esta unidad de cirugía reconstructiva.Ramírez y otras dos ginecólogas del hospital realizan al año una veintena de intervenciones a mujeres de Malí, Nigeria, Guinea… Puede parecer una cifra baja, pero el efecto es multiplicador. Una se lo va a contar a otra, esa otra se va a animar y se lo va a decir a su hermana o a su prima o a otra mujer de su pueblo que acaba de solicitar asilo en España porque ha sufrido violencia de género y MGF. Se convierten en líderes de sus comunidades, como Aminata Soucko, el gran referente de todas. Esta maliense de 37 años huyó de su país y se asentó en Valencia, donde formó la asociación Red Aminata con la ayuda de Acnur, la Agencia de la ONU para los Refugiados. Desde 2013 imparte talleres a mujeres (y a hombres) de África para que se conviertan en promotores en contra de la mutilación, para extender entre ellos el rechazo a esta práctica que no aporta ningún beneficio a la mujer, tienen que aclarar por evidente que resulte.Soucko ha pasado por lo mismo que las mujeres a las que atiende, es superviviente (se prefiere esta denominación más en positivo que la de víctima) de matrimonio forzoso y MGF. “Sin ella como mediadora, esta unidad encargada de las reconstrucciones de clítoris no existiría. El contacto directo con las pacientes sería difícil”, apunta Ramírez. 230 millones de niñas o mujeres han sufrido MGF, según ONU Mujeres. La persecución por motivos de género, entre los que se encuentra la mutilación, es la principal razón en España para que una persona obtenga el estatus de refugiado.Aminata Soucko, a la derecha, se sienta al lado de Mar Ramírez, la ginecóloga, para ejercer de mediadora con mujeres que van a someterse a la reconstrucción del clítoris.Mònica TorresSoucko acompaña a las mujeres a la consulta. Es tal su soltura y su protagonismo que se sienta al lado de la ginecóloga, codo con codo. No solo realiza labores de traducción y de apoyo emocional, sino que ayuda a los médicos por el choque cultural que se produce entre mujeres africanas que no miran a los ojos como señal de respeto y las ginecólogas. “Aminata nos da pistas, ella ya ha hablado con las mujeres previamente, las conoce”, cuenta Ramírez, que tiene que realizar algunas preguntas incómodas. Necesita indagar en el proceso de mutilación, la edad a la que se produjo, “algunas incluso han sido remutiladas”, dice. Soucko interviene, les habla en su dialecto, las hace sentir cómodas. Está con ellas. “Saben que he pasado por lo mismo”, dice la maliense, divorciada del matrimonio forzoso y madre de dos hijos, que no solo cuenta con experiencia, sino que posee el título de agente de salud de base comunitaria.La salud mental antes que la sexualLa consulta con la ginecóloga es el paso previo a la operación, pero antes se produce una entrevista con Felipe Hurtado, un psicólogo experto en sexualidad que forma parte también de la unidad para la Cirugía Reconstructiva del Doctor Peset. “Les explico en qué consiste la intervención y cuál es su objetivo. Es importante que tengan unas expectativas reales”, cuenta en referencia a que los posibles traumas psicológicos o sexuales que acarrean no tienen por qué desaparecer de forma inmediata tras la reconstrucción. “En su proceso migratorio algunas han tenido relaciones sexuales no consentidas, con dolor y sin placer. O han huido de un matrimonio forzoso o han caído en trata. O siguen sufriendo malos tratos”, cuenta el psicólogo, que lleva desde 2016 viendo a estas mujeres.Hurtado les pregunta si tienen pareja y qué tipo de relación mantienen, si es conflictiva o no. A las que tienen pareja les pide que vengan con él para averiguar si cuentan con su apoyo. También se asegura de que la operación no les haga revivir el trauma de la mutilación. “Algunas lo recuerdan, otras no”, dice este psicosexólogo. Soucko también está presente en la consulta con Hurtado. Con ella delante, las mujeres se sueltan, están cómodas, ríen. La complicidad es notoria. Hurtado también forma parte de Red Aminata, la asociación de Soucko. Es uno de los sanitarios que imparte los talleres de sensibilización. También acuden trabajadores sociales y abogados. Todo está conectado, todo es muy delicado, pero muy natural. A Soucko la conocen en el hospital. Reparte besos al llegar, se mueve con la gracilidad de alguien que trabaja allí. Ramírez le pregunta por su hijo, que se cayó jugando y tiene que guardar reposo.

Aminata Soucko, Malí, 37 años Presidenta de la asociación Red Aminata, que organiza talleres de sensibilización en contra de la mutilación genital femenina. Soucko acompaña a mujeres supervivientes de esta práctica en el proceso de reconstrucción de sus órganos sexuales. “Ellas saben que yo también he pasado por ello”, dice. “Algunas mujeres quieren hacerlo, pero tienen miedo a lo que piensen sus maridos. A veces me piden que hable con ellos”.

Mar Ramírez, Valencia, 49 años, ginecóloga del hospital universitario Doctor Peset (Valencia) Forma, junto con otras dos ginecólogas, la unidad de Cirugía Reconstructiva. Mediante una operación sencilla que no requiere el ingreso de la paciente, devuelven el clítoris a las mujeres que han sufrido mutilación genital femenina. “Sin Aminata [Soucko] como mediadora, esta unidad no existiría. El contacto directo con las pacientes sería difícil”.

Coumba Diallo, Malí, 30 años Superviviente de mutilación genital femenina y de matrimonio forzoso. Reside en Valencia con el estatus de refugiada desde hace un año. Se ha sometido a la cirugía de reconstrucción del clítoris. Aminata Soucko la ha acompañado en todo el proceso. Esta mediadora cuenta que mujeres del entorno de Diallo están pensando ahora en hacerse también la reconstrucción, tras conocer su caso.

Meman Kanta, Malí, 31 años Superviviente de mutilación genital femenina. Reside en Valencia con el estatus de refugiada desde hace siete años. Ha acudido a las consultas de la unidad de Cirugía Reconstructiva del hospital Doctor Peset para someterse próximamente a la reconstrucción del clítoris. Aminata Soucko también está pendiente de ella, se encarga de desmentir informaciones incorrectas que les llegan a estas mujeres, como que si se realiza la operación va a tener problemas para orinar.

El efecto multiplicador de una reconstrucciónLa ginecóloga afirma que todas las mujeres a las que les pregunta si volverían a operarse dicen que sí y lo recomiendan: el efecto multiplicador. “Hasta que no entré a trabajar a este hospital no tenía constancia de que existiera esta unidad de reconstrucción”, dice Ramírez. “Había hecho cooperación, pero nunca había realizado esta cirugía. Es reconfortante. Te produce satisfacción ver cómo se sienten. Ves que se lo cuentan a otras mujeres”, relata en la consulta. “Han pasado por un infierno, algunas no tenían futuro, tampoco sus hijos”, dice.La operación no acarrea complicaciones importantes, pero sí puede resultar doloroso el posoperatorio. “Es una zona neurológicamente muy poblada”, dice Ramírez. Las ginecólogas van introduciendo nuevas técnicas para que la recuperación sea más rápida y menos dura. Soucko les explica cómo tienen que aplicarse las cremas o les ayuda a tener un botiquín adecuado. También les pregunta cómo se sienten. Las respuestas que le dan no son detalladas, pero sí le confiesan que están bien, que todavía no han tenido relaciones sexuales, pero sienten que no es lo mismo. Han recuperado una parte de su cuerpo. Todas animan al resto a llevarlo a cabo. Siempre surgen dudas y temores, antes incluso de ver a Hurtado, el psicólogo, como si la operación les va a afectar al hacer pis. Soucko interviene: “Me encargo de desmitificar creencias. Les digo que ninguna mujer que se haya hecho la reconstrucción lleva pañales”, dice. Así se da la información, así llega de forma inmediata.

“Explico a las mujeres en qué consiste la cirugía de reconstrucción del clítoris y cuál es su objetivo. Es importante que tengan unas expectativas reales”
Felipe Hurtado, psicólogo experto en sexualidad del hospital universitario Doctor Peset (Valencia)
FOTO CEDIDA POR EL HOSPITAL DOCTOR PESET

A los dos meses, una vez curadas, vuelven a la consulta con Hurtado para hacer terapia psicosexual. Les pide a las mujeres que acudan con su pareja si tienen. Para muchas es el momento de aprender a mantener relaciones sexuales placenteras y sanas. Hablan de cómo quieren ellas que les acaricien la zona reconstruida, el orden de esas caricias. Aprenden sobre su sexualidad y lo viven de forma positiva, dice el psicólogo. El marido, para aquellas que lo tienen, resulta fundamental. En esto interviene Soucko de nuevo, habla con los hombres incluso y, ya a solas con las mujeres, les insiste en que su cuerpo es su cuerpo, que tomen ellas la decisión.CRÉDITOS:Redacción: Mariano AhijadoCoordinación editorial: Francis PacháFotografía: Mònica TorresDiseño: Belén DazaMaquetación: Rodolfo MataCoordinación de diseño: Adolfo Domenech

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