Una embarazada agotada de estar embarazada y harta de que la miren solo como una embarazada y saturada de que todo el mundo intente decirle qué hacer como embarazada. Y con ganas de matar. Literalmente, nada de metáforas. Es la premisa con la que Mara Faye Lethem (Nueva York, 1971) escribió La llegada del bebé X, su primera novela y con la que Plasson & Bartleboom estrenó editorial el pasado otoño. Faye lleva años publicando, y recibiendo premios, pero no como autora sino como traductora. Se sentó a escribirla antes de 2020, pero tardó un tiempo en encontrar quien quisiera publicarla en inglés; ella quería que saliera primero en su idioma natal. “Creo que es un libro más para el público español que para el estadounidense, no sé si les parecía un escándalo o qué”, dice desde Barcelona, donde vive.Habla durante más de una hora al teléfono sobre esta historia explícita y gráfica que por lo explícita y lo gráfica acaba siendo tan oscura como divertida “porque solo en lo cómico puedes moverte entre tanta incongruencia”. Cero concesiones al pudor, a lo políticamente correcto o a “las mentiras y las incoherencias entre la realidad de madres, y padres, y lo que nos pretenden vender”.Pregunta. ¿Por ejemplo?Respuesta. Cómo parir, por ejemplo. Ahora te quieren con epidural, tumbadita y controlada. ¿No es más fácil caminar, para bajarlo, y parir de pie? Que no eres una enferma, estás pariendo, que lo hemos hecho toda la historia. O nadie me dijo que después de parir tenía que parir también la placenta, que es casi igual de grande que el bebé. O después de uno de mis partos, sin epidural, tuve que ir al baño y simplemente me levanté. Me preguntaron si estaba segura de que podía caminar. Claro que podía. Que lo normal sea que después de parir no puedes ni caminar por cómo te medicalizan, la verdad, me parece muy heavy. O llegaron a decirme “¿no sabes que ya tenemos anestesiólogos las 24 horas del día?“, como si fuese una falta de modernidad mía querer caminar, y sentir. Yo no quería que me durmieran la mitad del cuerpo en una experiencia que es entre las más fascinantes, emocionantes y complicadas de la vida. Y te insisten a veces en querer privarte de eso.P. Le cabrea esto.R. Es que las mujeres necesitamos poder sentirnos capaces y acompañadas, y libres, que nuestros cuerpos hagan lo que saben hacer según decidamos nosotras.P. ¿Eso ha ido cambiando desde que usted fue madre?R. Ahora son otras cosas, te dicen que puedes parir cuando quieras, tengas la edad que tengas, o que puedes con todo. Mira, no. En la novela, Kate, la artista con la que se cruza Barbara, se ha podido realizar y tiene hijos, y esto le da muchos celos. Pero detrás de eso hay una niñera filipina que ha dejado a sus hijos en Filipinas. ¿Me explico? Esta idea de que se puede con todo tiene trampa. A veces se basa en la explotación de otras mujeres migrantes o de clases sociales más bajas. Y no, en la maternidad no se puede con todo siempre, ni física, ni emocional ni económicamente.P. Con lo que sí deja claro que se puede en el libro es con el sexo.R. Otra mentira, eso de disociar el sexo del embarazo y el bebé. ¿Qué hay más sexual que un bebé? ¿Cómo empieza todo, por el aire? Pero decirlo suena todavía chocante.P. ¿Por qué cree?R. Creo que tiene algo que ver con intentar presentar una realidad limpia, y la realidad no es limpia. El embarazo tiene cosas bonitas, pero no te pueden hablar solo de lo bonito. Puede también ser molesto, preocupante, paranoico y hasta asqueroso, o invasivo, en todos los sentidos. Le pasa a Barbara, pierde un poco los los límites de su mundo, de su cuerpo. No sabe dónde empieza ella y y dónde acaba el bebé.P. La cuestión de la identidad, ¿no? Está en todo el libro, de fondo, la cuestión de cómo la sociedad, en general, empieza a ver a las embarazadas solo como embarazadas, o a las madres solo como madres.R. Exactamente así. Empiezas a ser objeto de miradas, de consejos que no has pedido, o de cosas como que te toquen la barriga aunque no quieras. De repente pierdes un poco el concepto de quién eres, una persona con un espacio vital propio, y empiezas a ser un receptáculo. Quería reivindicar que una madre no deja de ser la macarra de un año antes, que el hecho de ser madre no te convierte inmediata y totalmente en un hada de los bosques. Pero si te están insistiendo en que te tienes que sentir realizada por haber parido, luego la realidad puede complicarse.P. Y la relación con la pareja, que en esto también ahonda.R. Porque esa relación también cambia. Puede ser por muchas cosas: falta de comunicación, de espacio, vital y físico, o dinero. Y porque al final hay una reflexión de que hay cuestiones en la maternidad que no se pueden delegar, evidentemente el propio hecho del embarazo, o de dar el pecho, ¿y el resto?Mara Faye Lethem, escritora y traductora literaria, en el Ateneu barcelonés, en marzo de 2025.Gianluca BattistaP. En la novela, los dos, Barbara y su marido, están justo en un periodo de desarrollo profesional. Pero no parece fácil, o parece más fácil para uno que para la otra.R. Cuando tienes hijos, acabas pagando a otra persona para que críe a tus hijos, los que pueden y quieren, o tienes que buscar un equilibrio para que eso no acabe con el espacio vital de uno, del otro o de los dos; cuando eres madre tienes que buscar la manera de conservar tus ilusiones, lo que quieres hacer y lo que eres. Es muy importante. Y tampoco conviene a los hijos que dejes de vivir para solo criar.P. ¿Como si hubiera que elegir entre eso o todo lo demás?R. Es que ¡ay!, esa sensación de encontrarnos un poco atrapadas entre la espada y la pared: todo lo que queremos ser y criar. ¿Cómo podemos hacerlo todo? Porque nos dicen que podemos, y vas mirando la manera, y miras y miras, pero no, no la hay.

Mara Faye Lethem: “Cuando eres madre tienes que buscar la manera de conservar lo que quieres hacer y lo que eres” | Sociedad
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