29 de agosto. Cinco de la tarde. 35 grados. Consulta de medicina general. El doctor Guillén dice que volvió antes de las vacaciones porque le gusta su trabajo. Dice que ha estado al pie del cañón las dos últimas semanas para que los demás descansen. Y dice que no le importa, que sabe que es afortunado por no importarle. Digno sobrino de Lola, ya jubilada, quien ocupó esa misma consulta con esa misma devoción. Y hablamos de ansiedad, de problemas laborales, de la menopausia, de nutrición, de sexo y de las cosas en casa durante más de 30 minutos. Me da consejos, me alienta a seguir. Pastillas, las justas. Me cuenta su experiencia, me sirve de espejo. Lloramos juntos y, antes de salir, me levanto y le doy un abrazo. Me dice: “Cuando necesites hablar, aquí estoy”. Es único. Es un ejemplo. Yo sí soy afortunada.Alejandra del Valle. San Antonio de Benagéber (Valencia)Madrid no quiere menores migrantesEs lamentable que Ayuso se niegue a acoger a los menores extranjeros no acompañados en la Comunidad de Madrid. Son solo 647. Junto con otras autonomías, ayudarían a Canarias a resolver su saturación de inmigrantes. Pero, según la presidenta madrileña, eso desborda sus capacidades. ¿Cuáles? ¿Tener que pagar más personal para cuidar de esos menores que han perdido a sus padres buscando una vida mejor? Sin embargo, no tiene reparos en pagar 484.000 euros a Gloria Estefan por un concierto en la Semana de la Hispanidad. ¿Para ese contrato fue a Miami? A Ayuso parece que solo le gusta el olor del dinero de los ricos que se instalan en Madrid. Porque eso tiene glamur, ¿verdad?Ana Alonso Castrillo. MadridAprender juntasEl pasado febrero, una niña llamada Aitana me otorgó el título de madre. Desde entonces, no hay día en que no aprendamos algo juntas. Ella, a balbucear. Yo, que no hay amor más grande. Ella, a agarrar objetos. Yo, lo que es la ternura. Ella, a comer sólidos. Yo, a mirar con otros ojos las guerras y las desgracias ajenas. Ella, a identificar sonidos. Yo, a pensar en las madres de Gaza con lágrimas en los ojos. Ella, a disfrutar de la playa. Yo, a no creerme que en toda la historia las madres, juntas, no hayamos dicho nunca “hasta aquí”. Ella, a beber agua. Yo, a valorar y querer (más) a mi madre. Son tantos aprendizajes que no cabrían en un periódico entero. Pero, si tengo que elegir uno, me quedo con que, sin lugar a dudas, mi vida ahora sólo tiene un único propósito: intentar dejarle a mi hija un mundo mejor en el que ella pueda seguir aprendiendo.Alicia Vela Horcajada. Alcázar de San Juan (Toledo)Querida VerónicaNo te conocía, pero me hubiera encantado. Estos días, he leído tantos mensajes llenos de profunda admiración, cariño y verdadero amor que solo espero que te los hayas podido llevar contigo. En estos tiempos en que imperan guerras y odios, ojalá no tuviéramos que esperar a que alguien se marche para siempre o a que ocurra una tragedia para darnos cuenta de que estamos de paso y que, al final, solo importa lo que dejamos en los demás. Ojalá nos acostumbráramos a admirar, felicitar y respetarnos más.Ana Vidal Retana. Torrejón de la Calzada (Madrid) Los textos tienen que enviarse exclusivamente a EL PAÍS y no deben tener más de 200 palabras (1.250 caracteres sin espacios). Deben constar nombre y apellidos, ciudad, teléfono y DNI o pasaporte de sus autores. EL PAÍS se reserva el derecho de publicarlos, resumirlos o extractarlos. No se dará información sobre estas colaboraciones. CartasDirector@elpais.es   
 
 
 

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