Ningún lector se ha animado a demostrar que los 7 cigarrillos “infinitos” de la semana pasada están en contacto pleno —todos ellos con cada uno de los demás— ni ha aportado una solución distinta a la presentada. He aquí otra:Surge de nuevo la cuestión de que algunos contactos son evidentes, pero otros no tanto. ¿Cómo podemos demostrar, por ejemplo, que los cigarrillos C1 y C2 se tocan? En cuanto al muelle estirado, he aquí lo que comenta Francisco Montesinos: “Si el radio de las espiras r se mantiene constante durante el alargamiento debido a una gran resistencia a la curvatura del muelle, se llega a una contradicción, pues si el paso de la hélice deformada es p y consideramos el muelle con una sola espira su longitud será √[(2pi.r)^2+p^2] y no (2pi.r) como podía pensarse. Se puede alegar con razón que este último r es un r’ distinto del r anterior, pero entonces deberíamos aclarar que el radio que sí puede mantenerse constante durante el alargamiento es el de la envolvente cilíndrica del muelle, no el de la espira”. Justicia y matemáticasLas referencias al coeficiente de Poisson de las últimas semanas suscitaron una serie de comentarios relativos a los trabajos del matemático francés sobre la aplicación del cálculo de probabilidades a la evaluación de los errores judiciales. En 1837, Simon-Denis Poisson publicó un ensayo titulado Recherches sur la probabilité des jugements en matière criminelle et en matière civile (Investigaciones sobre la probabilidad de los juicios en materia criminal y en materia civil). No era el primer intento de aplicar el cálculo de probabilidades a la evaluación de los procedimientos judiciales: el marqués de Condorcet, en 1785, había publicado su Essai sur l’application de l’analyse à la probabilité des décisions rendues à la pluralité des voix, y Pierre-Simon Laplace, en su Essai philosophique sur la probabilité (1814), también había intentado calcular la probabilidad de que la sentencia emitida en un juicio fuera correcta. La principal aportación de Poisson consistió en introducir en sus análisis los datos estadísticos disponibles y la ley de los grandes números, para determinar la frecuencia estimada de un acontecimiento —por ejemplo, una sentencia errónea— en un lapso de tiempo determinado. Sus trabajos no fueron bien acogidos, ni en el ámbito judicial ni en el científico, aunque acabarían revelando su notable interés metodológico. Pero ese es otro artículo. Preguntas y zancadillas Durante las últimas semanas hemos visto algunos ejemplos de acertijos “cocinados” y preguntas trampa, lo que parece un buen pretexto para proponer unas cuantas (y tal vez alguna sea cocinable). Aunque el mero hecho de advertir que las preguntas son “tramposas” disminuye su efectividad, tendrás que ir con cuidado para no tropezar en ninguna de las siguientes: 1. En cuatro años consecutivos, ¿cuántos meses tienen 31 días, cuántos tienen 30 y cuántos 28? 2. ¿Es siempre superflua una pregunta cuya única respuesta posible sabes de antemano? 3. ¿Cuál era la montaña más alta del mundo antes de que se supiera que era el Monte Everest? 4. ¿Por qué la mayoría de los perros duermen más horas en enero que en febrero? 5. ¿Qué animal caza ratones, maúlla y araña, pero no es un gato? 6. ¿Qué ocurre si una fuerza irresistible choca contra un objeto inamovible? (Como anécdota curiosa, me enfrenté por primera vez a esta pregunta, en mi infancia, en un tebeo en el que Superman viaja en el tiempo y choca consigo mismo).

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