Donald Trump reiteró este lunes su mensaje de hostilidad contra la Unión Europea en el inicio de las negociaciones para encontrar una salida a la guerra comercial. Mientras el vicepresidente de la Comisión Europea, Maroš Šefčovič, se reunía con sus contrapartes estadounidenses, Trump insistió en su mentira de que la UE se formó para ir contra Estados Unidos, atacó a sus tradicionales aliados por no gastar más en defensa y acusó al bloque de aprovecharse en las relaciones comerciales. Aunque el presidente de Estados Unidos ya había sostenido argumentos similares en el pasado, sus palabras de este lunes en el Despacho Oval de la Casa Blanca muestran que la negociación será toda una carrera de obstáculos.“Salimos perjudicados ahí, [en la OTAN]y salimos perjudicados en el comercio. La Unión Europea, tienen que venir a la mesa y lo están intentando, pero la Unión Europea se aprovecha terriblemente. No compran nuestros productos alimenticios. No compran nuestros coches. Nosotros los tomamos. Tenemos millones de sus coches, BMW, Volkswagen, Mercedes, Benz, muchos otros. Vienen por millones. Ellos no. No hay Chevrolets en Múnich”, señaló en presencia del presidente de El Salvador, Nayib Bukele, cuando aún no había trascendido el contenido de la reunión.Trump pronunció estas palabras horas después de que uno de sus asesores económicos lanzara un mensaje prácticamente opuesto respecto a la negociación con la UE. “Estamos haciendo enormes progresos. Va a ser muy bueno para los trabajadores estadounidenses, especialmente para los trabajadores del automóvil estadounidense”, había asegurado Kevin Hassett, director del Consejo Económico Nacional, en una entrevista televisiva.La visita de Maroš Šefčovič a Washington es la tercera desde que Donald Trump regresó a la Casa Blanca. A eso se suma una llamada por videoconferencia dos días después del anuncio de los mal llamados aranceles recíprocos. Sin embargo, esta es la primera ocasión en que los responsables comerciales de los dos países se han visto las caras desde que, forzado por la presión de los mercados, Trump decretó una tregua parcial de 90 días en la guerra comercial y se mostró dispuesto a negociar.La Unión Europea decidió pausar también por 90 días su primer paquete de represalias, que debía entrar en vigor escalonadamente e iba dirigido a una serie de productos estadounidenses cuyas exportaciones a la UE están valoradas en unos 21.000 millones de dólares. Estados Unidos, mientras, está aplicando ya un arancel del 10% al grueso de las importaciones de la UE, además de un 25% al acero, el aluminio y los automóviles.Washington aborda la negociación con una posición algo debilitada después del castigo de los mercados a la Bolsa, los bonos del Tesoro y el dólar a raíz de sus agresivos aranceles. En paralelo, el Gobierno estadounidense debe abordar decenas de conversaciones con sus socios comerciales entre la inquietud de los inversores sobre los efectos que la incertidumbre y la guerra comercial está teniendo ya sobre la economía estadounidense y la global.El caos, la arbitrariedad y la incertidumbre siguen dominando la política comercial de Trump, que dijo que se guiaría por su “instinto” en algunas de sus decisiones. El último episodio que ha provocado desconcierto tiene que ver con la exención de los aranceles recíprocos a los teléfonos móviles, los ordenadores y otros productos tecnológicos. Se empezó aplicar sin previo anuncio, con la publicación de una enrevesada instrucción de la oficina de aduanas. Tras ella, el coro de asesores de Trump y el propio presidente reaccionaron con mensajes algo contradictorios al respecto y vinieron a concluir que esas exenciones eran temporales. ¿Por cuánto tiempo? Nadie lo sabe.Trump insistió en que aprobará aranceles a la importación de microprocesadores, pero tampoco están definidos ni su calendario ni su alcance, de modo que no se sabe cuál es la política comercial al respecto. Las empresas tratan de ajustar sus cadenas de suministro a toda prisa en un entorno de enorme incertidumbre, con los aranceles convertidos en un campo de minas que amenaza con seguir frenando la economía.La arbitrariedad de las decisiones también ha generado críticas. Apple es la gran beneficiaria de la última ronda de exenciones. La compañía concedió un triunfo a Trump al anunciar hábilmente compromisos de gasto de 500.000 millones de dólares en cuatro años en Estados Unidos. El presidente y la Casa Blanca lo han presentado como un plan de inversiones, pero nada más lejos de la realidad: en la cifra está incluido el gasto corriente, los pagos a proveedores y suministros y hasta gastos de personal, de modo que la cifra de inversiones es una pequeña fracción de esa cifra y parte de ellas ya estaban previstas de antemano. Pero más allá de que Cook diera gato por liebre, la exención genera la polémica de que los aranceles se levantan a empresas bien conectadas con Trump o que le rinden pleitesía. Nvidia, Dell, HP y TSMC están también entre los beneficiarios de las excepciones.[Noticia de última hora. Habrá actualización en breve]

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